Marca

¿Quién es mi cliente?

Lo primero es conocer la arquitectura de tu marca, para luego definir a quién se la vas a ofrecer; debes escoger un grupo al cual dirigir el discurso, este será tu “cliente objetivo”. 

¿Qué es un cliente objetivo?

 Un grupo de personas que tienen necesidades, gustos, aspiraciones y características afines; a los que queremos ofrecer nuestra propuesta de valor. 

¿Qué no es? 

Un público demográfico establecido bajo el criterio de la edad, género, estrato socioeconómico, etc. 

¿Por qué no consideramos importante la segmentación demográfica? 

El género no nos hace distintos ante el mercado. Lo que importa es lo que queremos o nuestras necesidades, no lo que somos reflejados en cifras. 

¿Qué implica? Escoger y renunciar. Segmentar, no segregar.

Ahora, ¿cómo hago para identificar mi cliente objetivo?

  1. Analizo el mercado para buscar oportunidades. Pensemos en los actores de este; los consumidores, las compañías, los canales de distribución y los competidores; ¿a ellos les interesa o les afecta lo que tenemos para ofrecer?
  2. Describo mi segmento entendiendo quiénes son, qué quieren, qué necesitan, qué no necesitan y a qué aspiran. Planteémoslo de una manera más fácil, con una fórmula más sencilla: ¿Quiénes están interesados, qué atributo los atrae y por qué motivo?
  3. Ya tienes tu cliente ideal, ahora consideremos:

¿Qué hacer con él, qué le ofrezco, cómo lo convierto en un fanático de mi marca?

  • Explorando los beneficios emocionales y funcionales. 

Beneficios funcionales y emocionales:

ART QUIEN ES MI CLIEENTE 921 01

¿Cómo hacemos para que los clientes se enamoren de la marca? A través del reconocimiento de unos beneficios funcionales y emocionales que conecten al usuario con la marca, siempre respaldándolos con acciones medibles.

¿Qué son los beneficios funcionales y emocionales? 

Son atributos concretos con los que decidimos conectar a nuestros clientes. Los beneficios funcionales son los que derivan de la razón, la mente, son conceptos tangibles que respaldamos, por ejemplo, seguridad. 

Los beneficios emocionales son los derivados del corazón, qué quiero transmitir en cada aspecto de mi marca, eso que quiero que sientan cuando se encuentran con ella, por ejemplo, el amor.

¿Cómo los identifico? Pregúntate:

  • ¿Qué quiero y puedo ofrecerles a mis clientes?
  • ¿Qué quiero que sientan con mi marca?
  • ¿Cuáles quiero escoger para mi marca?
  • ¿A cuáles voy a renunciar?

Aquí puedes inspirarte con algunos ejemplos.

Beneficios emocionales:

ART QUIEN ES MI CLIEENTE 921 04

Beneficios funcionales:

ART QUIEN ES MI CLIEENTE 921 05

Lo más importante es procurar que el cliente sea capaz de percibir los beneficios funcionales y emocionales que les vamos a ofrecer sin hacerlos explícitamente.

Acá marcamos el fin de la etapa estratégica de la concepción de la marca, un método simple y sencillo, pero contundente que debe conducir las decisiones en un 100%. Una vez tengas estas respuestas desde el alma y el cuerpo de la marca tendrás una tarea indispensable que representa el 1% del esfuerzo, el 99% son las acciones para lograrlo.

Ahora que ya completaste la definición del alma de la marca, es momento de profundizar en las variables visibles.

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